La entrada de hoy será un tanto atípica ya que no hablaré de técnicas ni parámetros fotográficos si no que os explicaré el viaje que este verano hemos hecho un compañero y yo por la Toscana italiana pasando por el sur de Francia, la Côte d’Azure, la ciudad costera de La Spezia y los pueblos pintorescos de Le Cinque Terre. Adicionalmente, ya de vuelta, pasamos también un par de días en Roma donde, finalmente, embarcamos en Civitavecchia para regresar a casa.

Una breve aclaración antes de empezar: esta entrada ni es ni pretende, ser una guía turística de ningún tipo si no más bien una forma de compartir una experiencia y unos consejos por si pueden ser útiles para alguien.

El coche que hemos elegido para esta aventura es un magnífico Citroën 2CV de 1978 totalmente restaurado, parecido al de la foto de esta entrada, y con ganas de un buen rodaje.

Ahora puede que alguien se pregunte ¿qué cámara elegir para un viaje? Pues bien, para este viaje no me apetecía llevar mi DSLR, grande y pesada, así que después de meditar mucho y valorar diferentes opciones, finalmente opté por hacerme con una nueva y flamante MILC (cámara sin espejo de lentes intercambiables). En concreto una Canon EOS M50 que, con un sencillo adaptador, es compatible con cualquier objetivo Canon EOS EF o EF-S aunque que como el adaptador no me llegó a tiempo tuve que usar únicamente el minúsculo y ligero objetivo del kit, un 14-45 mm f/3.5 – 6.3 IS STM.

El conjunto cámara – objetivo no pesa ni medio kilo y es una combinación perfecta para una cámara viajera ya que tiene el sensor y las características de una DSLR (la Canon 80D) y el peso y dimensiones de una compacta avanzada.

Para la primera etapa elegimos llegar hasta la ciudad de Narbona en pleno corazón de la región de Occitania parando para comer en Perpinyà en la Catalunya Nord. Para llegar a Perpinyà se puede hacer por varias rutas, pero os recomiendo que no paséis por el pueblo de El Pertús; no tiene ningún atractivo y encima se hacen unos atascos de tráfico monumentales.

Si queréis comer en el pueblo, tendrá que ser sobre las 12:00 o las 13:00 del mediodía ya que es muy habitual que los restaurantes cierren la cocina a las 14:00 en punto. Si sois catalanoparlantes es muy probable que os entiendan en varios establecimientos del pueblo ya que, como bien sabéis, Perpinyà es la capital de la Catalunya Nord.

Desgraciadamente, y pagando la novatada de estrenar una cámara, dejé las baterías adicionales en el hotel y no puede hacer ninguna foto de Narbona. Pero bueno, como de todo se aprende, a partir de este día siempre llevaba un par de baterías extra en el bolsillo. Sí, la autonomía de las cámaras MILC no es, ni de lejos, la de las DSLR así que traed siempre baterías de repuesto.

Como nota a tener en cuenta, deciros que, si vais a usar una cámara Canon nueva y baterías clónicas, puede que la cámara no informe correctamente de la batería restante y siempre mostrará que ésta está al 100%. En otras palabras, no os fiéis de lo que os dice vuestra cámara si tenéis baterías no originales.

La segunda etapa consistió en subir desde Perpinyà hasta la segunda ciudad en habitantes (casi un millón) de Francia y principal puerto del Mediterráneo: Marsella.

Como toda ciudad portuaria, Marsella tiene una mezcla de razas y culturas importante además de un bullicio constante y a todas horas especialmente en la zona del puerto donde es obligatorio darse un paseo y disfrutar de las vistas que ofrece.

Muy típica de la cocina de la zona es la bullabesa, una sopa de pescado y marisco que hará las delicias del paladar más selecto siempre y cuando se acompañe de un buen vino blanco de la zona.

Sobre los vinos en Francia, decir que hay miles y miles entre los que elegir; el restaurante donde cenamos tenía una carta de vinos que parecía una enciclopedia así que nos dejamos aconsejar y listos.

¿Os suena el jabón de Marsella? ¿Sí? Aunque se puede comprar casi en cualquier parte de la ciudad, os recomiendo que vayáis al Musée du savon de Marseille en el puerto donde podréis comprar jabón de todas las formas, colores, olores y sabores aunque no os recomiendo que os lo comáis.

El tercer día nos levantamos temprano y nos dirigimos a la ciudad de Cannes, en plena Côte d’Azur, para ver el glamour y la sofisticación de la que tanta gala hace. Si bien la ciudad en sí es bonita, acabamos un tanto saturados de coches deportivos de precios astronómicos, yates de lujo y tantas otras muestras de materialismo exacerbado. En lo que respecta al glamour, debía estar también de vacaciones porque, sinceramente, no lo vimos por ningún lado.

Después de comer nos dirigimos a Mónaco para visitar Montecarlo y los alrededores y, como no, para tomar algo en el mítico Cafe de Paris. Acabado el café, nos dirigimos ya hacia Génova donde pasamos por el puente Morandi que se derrumbó justo al día siguiente causando la muerte a 43 personas, así como varias decenas de heridos.

Como llegamos tarde a Génova, nos dirigimos rápidamente al hotel a cenar y a solucionar un pequeño problema técnico del coche que, por suerte, pudimos arreglar sólo con un destornillador para ajustar el ralentí. A veces la simplicidad de un coche clásico es mejor que toda la electrónica junta.

El cuarto día y bajando por la costa de Liguria desde Génova, encontramos el pueblo de La Spezia. Un pueblo de coloridas casas, puerto pesquero y deportivo y base de la Marina Italiana.

Una vez visitado el pueblo y con el estómago lleno (¡Santa Madonna! qué maravilla es la pasta italiana...) nos disponemos a visitar los pueblos de Le Cinque Terre que, como su nombre indica, son cinco pueblos (por orden desde La Spezia): Riomaggiore, Manarola, Corniglia, Vernazza y Monterosso. Otro pueblo también interesante por donde se pasa antes de llegar a Riomaggiore es Portovenere y también la Isola di Palmaria.

Como no se puede llegar estos pueblos con vehículo privado, existen dos opciones de visitarlos con transporte público: en tren o en barco desde La Spezia. Siguiendo las recomendaciones de un amable oficial de la Policía Municipal, elegimos ir en barco ya que así se pueden contemplar los pueblos desde el mar y apreciar la más que curiosa arquitectura y colorido de las casas y edificios.

Si elegís el barco, tened en cuenta que es posible que no podáis visitar todos los pueblos ya que no os va a dar tiempo de bajar en cada uno de ellos. En nuestro caso, optamos por visitar Vernazza que, por lo que nos dijeron, era el más bonito de ellos.

En la época del año en que hemos hecho el viaje, segunda mitad de agosto, hay que decir que está región está realmente saturada de visitantes ya sea aquellos que duermen en alguno de los pueblos o alguien que, como nosotros, está solamente de visita. De hecho, las autoridades de la región se están planteando limitar el número anual de visitantes a un millón y medio; un millón menos de los que reciben actualmente.

Después de dejar la región de La Spezia llegamos, ya de noche, a la villa de San Gimignano para empezar al día siguiente nuestra ruta por la Toscana.

Visitar la Toscana es toda una experiencia tanto como por los paisajes idílicos como por las ciudades, el arte la arquitectura y la gastronomía… ¿os he dicho que la pasta italiana es una maravilla?

En nuestro caso, elegimos una casa rural, Il Casolare de Bucciano, en las afueras de San Gimignano en el mismo corazón de la Toscana para, desde allí, ir a visitar San Gimignano, Florencia, Siena, Cortona, Arezzo y Lucca, así como algunos otros pueblos como Poggibonsi.

San Gimignano es conocido como el pueblo de las mil torres debido a su tradición histórica de construir torres en las casas de los nobles; cuánta más alta era la torre de la casa, más rico y poderoso era el noble que la mandaba construir. Aunque actualmente sólo se conservan unas pocas de las que tuvo hace siglos, las vistas son realmente espectaculares.

Una parada obligada es en las heladerías de la Piazza della Cisterna, consideradas en la actualidad como dos de las mejores del mundo.

Debido a la gran cantidad de visitantes que recibe el pueblo, os recomiendo que vayáis pronto por la mañana si queréis estar más tranquilos y también, si vais en coche, ya que los tres parkings de que dispone se llenan rápidamente.

Vamos ahora a la ciudad de Siena, conocida mundialmente por la carrera del Palio, una carrera de caballos que enfrenta las contradas que representaban, históricamente, los distintos sectores profesionales según los barrios de la ciudad. Actualmente, las contradas son: Aquila, Bruco, Chiocciola, Civetta, Drago, Giraffa, Istrice, Leocorno, Lupa, Nicchio, Oca, Onda, Pantera, Selva, Tartuca, Torre y Valdimontone y compiten cada 2 de julio y 16 de agosto, aunque en algunas ocasiones han tenido lugar otras carreras en otras fechas para festejar eventos especiales como este año 2018, donde se ha disputado también una carrera el 20 de octubre para conmemorar el centenario del fin de la Gran Guerra en 1918.

Este año han ganado las contradas de Drago, Lupa y Tartuca en las carreras del 2 de julio, el 16 de agosto y el 20 de octubre respectivamente.

Nosotros, que ya íbamos avisados, elegimos para visitar Siena el 14 de agosto ya que nos comentaron que el día de la carrera pueden llegar a haber en la Piazza del Campo unas setenta mil personas; teniendo en cuenta que la población total de Siena es de cincuenta y cuatro mil habitantes ya os podéis imaginar la cantidad de gente que puede llegar a haber.

Es visita obligada visitar el Duomo de Siena, joya del gótico italiano que data de los años 1215 a 1263, obra de Giovanni Pisano. Otra visita obligada es, cómo no, una trattoria donde degustar un buen plato de pasta… Qué maravilla de pasta.

Nota interesante, si visitáis Siena el 14 de agosto podréis ver cómo las contradas son bendecidas en el Duomo y como salen de la plaza y se dirigen a sus respectivos barrios para preparar la carrera que tendrá lugar en dos días.

La jornada siguiente nos dirigimos a la ciudad de Arezzo, inmortalizada en la película de Roberto Beningni “La vita è bella” que ganó tres premios Oscar en 1999. Lo mejor que se puede hacer en Arezzo es pasear por sus empinadas callejuelas y, sobre todo, disfrutar una vez más de la cocina toscana que, como siempre, hará las delicias del paladar más exigente… se me hace la boca agua sólo recordándolo. ¿Os he dicho que me encanta la pasta italiana?

Ya por la tarde y después de comer fuimos a visitar el pueblo de Cortona en el sureste de la Toscana, conocido especialmente por las películas de “La vita è bella” y “Under the tuscan sun” protagonizada por Diane Lane.

Cortona, cómo explicarlo, es una suerte de parque temático que constituye el pueblo toscano por típico con su plaza mayor, su iglesia, teatro y demás así como un sinfín de tiendas típicas de la zona, enfocadas en su práctica totalidad al turismo, donde se puede comprar todo tipo de pasta, son muy graciosos los “Cazzeti” (pequeños penes de colores), quesos, vinos y también, como en toda la Toscana, tiendas de todo tipo de productos de cuero como bolsas, maletas, zapatos, etc.

 

La siguiente etapa es Florencia que, para mí, es una de las ciudades más bonitas que he visitado en mi vida así que, ya me perdonaréis, pero la opinión que pueda dar acerca de ella está totalmente cegada por el Síndrome de Stendhal así que tomárosla teniendo esto en cuenta.

Cada esquina de Florencia es una obra de arte así que mi consejo es que os perdáis por sus calles, avenidas, callejuelas, cafeterías y restaurantes para disfrutar, una vez más, de su cocina donde destacan, entre otros platos, la “Tagliata di manzo” (filete de buey) con rúcula, parmesano y glasso balsámico de Módena.

Aunque ya había estado en Florencia en el año 2014 durante una semana esta vez estuvimos un solo día así que, si como nosotros en esta ocasión, no disponéis de mucho tiempo os recomiendo lo siguiente:

  • Galleria dell'accademia: si queréis contemplar el David de Michelangelo es visita obligada y no tardaréis más de una hora en ver toda la exposición. Hay opción de comprar las entradas por anticipado a un precio que ronda los 25 € por persona, pero si se compran en taquilla están sobre los 8 €. La mejor hora para ir es el mediodía entre las 14:00 y las 15:00 que es cuando hay menos colas y así os ahorraréis los 13 € de diferencia entre comprar las entradas en taquilla y por anticipado.
  • Santa Maria del Fiore o Duomo: ni siquiera os planteéis entrar ya que las largas colas lo hacen prácticamente imposible si no se dispone de tiempo. Por otro lado, y en mi modesta opinión, es mucho más espectacular por fuera que por dentro.
  • Fontana del Porcellino y todos sus alrededores especialmente el mercado de la piel: una pequeña fuente de un jabalí de bronce que según dice la leyenda, si el tocas el hocico y le tiras una moneda volverás a Florencia. El mercado de la piel es muy interesante si queréis comprar alguna chaqueta, maleta o zapatos de piel.
  • Mercado central: pasead por los puestos de los vendedores donde podréis encontrar especias, setas, y productos típicos de la zona y después subid a la planta superior para degustar platos y vinos típicos y, especialmente, un buen “ristretto” de café arábiga 100%, que no os defraudará. Como curiosidad, hay un puesto en la planta superior donde venden productos de trufa blanca con una réplica de la más cara del mundo vendida allí por unos 300000 (sí, lo habéis leído bien, trescientos mil) Euros.
  • Galleria degli ufizzi: visitad el entorno, pero si no disponéis de tiempo ni siquiera os planteéis entrar ya que, a parte de las largas colas, sus dimensiones hacen que se pueda estar todo un día entero en visitar todas las salas. Eso sí, si sois admiradores de la obra de Botticelli, podéis entrar e ir directamente a ver sus obras entre las que destaca el Nacimiento de Venus.
  • Ponte Vecchio: de visita obligada cuando se está en Florencia, tiene la ventaja de que si vais paseando por la ciudad tarde o temprano os lo encontraréis para pasar al otro lado del Arno. Según la época del año os encontraréis un sinfín de turistas que, como vosotros, estarán deseosos de visitarlo. Por cierto, si habéis visto la película El perfume lo reconoceréis rápidamente.
  • La Santa Croce: la otra catedral de Florencia. No es tan espectacular como Santa Maria del Fiore, pero la ventaja es que no hay las aglomeraciones de gente de aquélla. Si la visitáis en diciembre, en la plaza de enfrente es donde montan el mercado de Navidad que es todo un espectáculo donde podréis degustar un vino tinto caliente aromatizado con especias que acabará con vuestro frío en pocos segundos, os lo aseguro.
  • Piazzale Michelangelo: ideal para terminar la jornada y ver una puesta de sol desde donde contemplar toda la ciudad. Si subís andando, os lo recomiendo, tened en cuenta que desde el centro puede ser una media hora si vais sin prisas.

A parte de todo esto, como no, os recomiendo ir a cualquier trattoria a disfrutar de la (me hago pesado, lo sé...) pasta italiana en todo su esplendor. Una maravilla para los sentidos que no tiene nada que ver, salvo excepciones, con la que se pueda comer en otras partes del mundo.

Para el día siguiente elegimos ir a visitar Pisa y Lucca así que nos levantamos temprano y nos lanzamos a la carretera para llegar pronto a Pisa antes de que se llenara de turistas…

…Pero dio igual. La parte más visitada de Pisa es, sin lugar a dudas, la Torre inclinada, la catedral y el baptisterio, que forman parte del mismo complejo, donde se pueden acumular miles y miles y miles de visitantes que todos, en fila, quieren hacerse la foto sujetando la torre. Qué originales…

En mi opinión, Pisa es una ciudad que es mejor evitar, excepto si os gustan las aglomeraciones ya que, sinceramente, no vale la pena hacer colas y aguantar a miles de personas sólo para ver la famosa Torre inclinada.

Lucca, en cambio, es un pueblo pequeño, bonito, bien conservado y acogedor famoso por “Le avventure di Pinocchio” escrito por Carlo Collodi. Como muchas otras localidades de la Toscana y el norte de Italia, tiene la catedral de mármol blanco, las plazas y calles estrechas típicas. Adicionalmente, Lucca tiene una parte antigua amurallada que forma el centro de la localidad siendo una de las mejores conservadas de toda la región.

Si os gustan las típicas figuritas de madera de Pinocchio, Lucca es el lugar ideal donde comprarlas ya que las venden en todas partes.

El próximo día ya nos dirigimos hacia Roma, ciudad eterna. Nos despedimos de San Gimignano y de la Toscana y, armados de valor, tomamos la autopista hacia el sur. Digo armados de valor porque hay que ser realmente valiente para tomar una autopista italiana y, todavía más, con un Citroën 2CV clásico.

Como dato curioso, deciros que si optáis por hacer un viaje similar os sorprenderá el precio de la gasolina que, según la zona, puede tener diferencias de unos 50 céntimos por litro. Por ejemplo, en los pueblos de la Toscana el precio de la gasolina estaba sobre los 1.50 € por litro, pero a medida que nos fuimos acercando a Roma, el precio llegó a alcanzar los 2 € por litro. Otra cosa que nos llamó la atención es que hay gasolineras donde hay dos tipos de surtidores: autoservicio y atendido. Pues bien, si te sirven la gasolina el precio por litro es entre 30 y 40 céntimos más caro que si te la sirves tú mismo.

Como sólo teníamos dos días antes de tener que marcharnos, optamos por visitar los lugares típicos, pero sin entrar en los monumentos o museos con la excepción del Vaticano, donde subimos a la cúpula y visitamos la Catedral de San Pedro.

Finalmente, después de dos días en Roma, nos dirigimos a la ciudad portuaria de Civitavecchia para tomar el barco hasta Barcelona donde llegaríamos 19 horas después. Un consejo, si vais en barco os recomiendo reservar pasaje en camarote (en los Grimaldi, los hay de hasta cuatro literas) porque si no, tendréis que dormir donde podáis ya sea en la cafetería, en cubierta o en los pasillos en el suelo.